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La ley de Weber

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Por babalum, 10-07-2011 9:55 am

Leo en meneame.net otro caso de irracionalidad cognitiva. Me he permitido exagerar aún más el ejemplo del artículo original.

Imagina que quieres ir a ver una obra de teatro y resulta que en la esquina de tu calle las venden a 100€. Tu vecino comenta que en la otra punta de la ciudad hay un lugar donde puedes comprar las mismas entradas por 50€. Tienes tiempo y puedes ir en metro.

Bien, parece una ganga. La mayoría cruzaríamos la ciudad o encargaríamos a alguien, que le quede cerca, comprarnos una entrada. Acabamos de ahorrarnos 50€ y nos saldrá gratis la cena.

Veamos ahora una situación bien distinta.

Queremos cambiar de coche y después de numerosas investigaciones, buscar en foros y hablar con amigos decidimos comprar el precioso deportivo que está en el escaparate del concesionario del barrio (de hecho ya lo decidimos inconscientemente el primer día que lo vimos pero ahora ya tenemos suficientes argumentos racionales para creer que hemos dedicido racionalmente…).  Como que el dueño quiere retirarse  nos ha hecho una buena oferta.

De pronto nos cuentan que en un concesionario nuevo al otro lado de la ciudad (donde antes estaba el establecimiento que vendía entradas a mitad de precio y que lógicamente cerró) tienen el mismo coche por 40.000€. Como promoción de apertura ofrecen un 0,125% de descuento.

Haces tus números y te salen 50€.

¿Cómo?

50€ en un coche de 40.000 €!!!

Te ríes sintiéndote insultado. Has tenido que buscar la calculadora y te han hecho perder el tiempo. ¿Pero a quién quieren atraer con estas promociones ridículas?

A estas alturas la mayoría habrá descartado ya mentalmente la posibilidad de desplazarse. Digo la mayoría y no todo el mundo porque de hecho conozco a quien seguro que se desplazaría ;-) .

Como es obvio, no tiene sentido que en circunstancias similares en cuanto a tiempo disponible y esfuerzo (el trayecto) actuemos de forma distinta de cara a la misma recompensa: 50€.

No se trata de evaluar el descuento como un ahorro en proporción al gasto que vamos a hacer. Alguien que conozco diría ¿Pero cuantas oportunidades hay de ganar 50€ en tu tiempo libre por coger el metro?

Una vez más vemos que somos mucho menos racionales de lo que nos gusta creer. Este comportamiento fue estudiado por Weber y Fechner y suele llamarse la  ley de Weber (Webers law).  Tiene que ver con nuestra forma de percibir cambios en los estímulos.  Difícilmente nos daremos cuenta si hay un yogurt más o menos en una bolsa cargada del supermercado, pero no tendremos ninguna dificultad en distinguir una bolsa vacía de otra que contenga un yogurt.

A los que os gusten estos temas también os recomiendo este post que habla de Kahneman y Tversky

 

PD: ¿No os habéis fijado en algunas personas que a pesar de sobrarles el dinero son extremadamente tacaños, buscan gangas a todas horas y negocian hasta el último euro? ¿Será que nunca siguieron la ley de Weber y por eso son ricos y tu no?

Babalum

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La crisis Ninja – El libro

Por babalum, 30-04-2009 11:07 pm
La crisis Ninja - Leopoldo Abadía

La crisis Ninja - Leopoldo Abadía

Después de unos meses de silencio vuelvo con un comentario sobre “La crisis Ninja y otros misterios de la economía actual” del ex-profesor del IESE Leopolda Abadía. El libro me lo ha prestado una compañera y lo he devorado en 3 días.

Un libro fresco, sin complicaciones y divertido. Es todo un arte escribir sobre temas micro y macroeconómicos, la crísis actual, los presupuestos generales del estado o como entender un balance mientras se mantiene un tono simpático. Leopoldo consigue que uno se lo pase bien con la lectura del libro.

Por encima de todo, no obstante, destaco su capacidad de llegar a la esencia de las cosas en lenguaje llano y simple. Eliminando todo lo superfluo, tecnicismos complejos y mostrando un sentido común exquisito.

Como ya dice Leopoldo en su libro:

“Es que hay gente que explica las cosas para que no se entiendan.[...] Yo no entiendo cuando la gente que dice saber mucho habla para otros que saben mucho. Me parece una contradicción. Si saben mucho será para que los que sabemos poco nos enteremos. A no ser que no quieran que nos enteremos, lo que temo.”

El libro arranca con la conocida explicación sobre la crísis actual, provocada por las hipotecas basura concedidas a los Ninja (“no income, no job, no assets” = “sin ingresos, sin empleo, sin activos”). Muchos ya la habréis leído. Leer el artículo de La crisis Ninja en la web de Leopoldo.

La explicación sobre los presupuestos generales del estado es brillante. Partiendo de las cuentas de ingresos y gastos de una familia, Leopoldo nos explica los problemas que tiene que afrontar el ministro de Hacienda para montar las cuentas de nuestro Estado.

Transcribo un extracto:

“El montón de las cosas caiga quien caiga (aquellas que hay que pagar pase lo que pase) le hace sudar tinta al ministro. Porque resulta que le ha salido un hijo respondón (alguna comunidad autónoma) y le ha dicho que ni crisis ni gaitas, que haber hecho los deberes y que si no, no haberle prometido el oro y el moro. Y que si no cumple lo que le dijo, se enfadará y no le aydará a aprobar los presupuestos. Y que le vayan dando tila al ministro y a su Gobierno, panda de troleros. Y de paso, que le vayan dando también morcilla al resto de hijos, que ni son hermanos ni nada, y que yo a lo mío y a mis circunstancias. Y como esos resulta que son imprescindibles para aprobar los presupuestos, el ministro (el Gobierno) le dice que vale. Que le dará más dinero. Con lo que:

a. Tiene menos dinero para el montón de cosas que queremos hacer, por lo que empieza a mirar con ojos de recorte a los ministerios (los de relleno y los de verdad).

b. Consigue enfadar a los dieciséis hijos restantes, que le llaman de todo al otro hijo, desde chantajista hasta insolidario. Eso, lo más fino. Y cobarde y mentiroso al ministro, al que le gustaría, por un momento, tener un único hijo (tentación que les ocurre a muchos padres a lo largo de su vida). Pero ahí están todos. Pero son diecisiete. Familia numerosa, enfadados algunos con otros, y todos peleones como ellos solos.

Los ministerios de relleno le dejan frío a nuestro amigo el ministro porque sabe que son sueños de una noche de verano. Y es que a su jefe de vez en cuando se le ocurren cosas, se le calienta la boca y hace alguna que otra tontería que cuesta algunos milloncejos de euros, pero solo eso.”

También me ha encantado la defiinición de Optimismo que cita en el libro. Normalmente estamos acostumbrados a definiciones teñidas de ingenuidad, de “aquí no pasa nada” y negación de riesgos o realidad.

“El Optimismo consiste en sacar el mejor partido posible de cualquier situación concreta”. [...] Porque con esa definición hay que ser optimistas siempre: cuando las cosas van bien y cuando van menos bien. [...] Y en todas ellas cabe la posibilidad de ser optimista.[...] Siempre hay que luchar por sacar el mejor partido posible de cualquier situación concreta. Y luchar es diferente de no asumir la realidad.”

Los dos últimos capítulos me han aportado menos, pero eso es una apreciación personal. En general es un libro muy recomendable que me ha hecho pasar un buen rato.

La crisis Ninja – Leopoldo Abadía

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La economía de lo gratuito – un avance del futuro libro de Chris Anderson

Por babalum, 21-10-2008 6:44 pm
Chris Anderson - La economia de lo gratuito

Chris Anderson - La economía de lo gratuito

Estoy ahora mismo en la conferencia EEC08. Está presentando Chris Anderson, el autor del conocido concepto de “The long Tail” o “La larga cola”. Lo que en lenguaje coloquial se conoce de toda la vida como “Hay gente para todo” ;-) .

Ver traducción al castellano del famoso artículo “La larga cola” en Babalum.

Os resumo, mientras va hablando, los principales puntos de su ponencia:

En primer lugar veamos que conceptos podemos asociar con “Gratis”

  • Es una estrategia de marketing. Regalar algo con el fin de vender otro producto.
  • Otro concepto de “Gratis” gira alrededor de los contenidos gratuitos que son subvencionados por la publicidad (TV, Radio, muchos contenidos en Internet…)

En realidad estos conceptos provienen del siglo XX. Dicho siglo se caracteriza porque en general los productos tienden a ser más caros cada año y en realidad lo que es gratuito tiene que estar subvencionado de forma directa.

Hay una expresión inglesa que ilustra éste punto: “There’s no such thing as a free lunch”. Que vendría a ser algo como: “Una invitación a comer nunca es gratis”.

En el siglo XXI la tendencia se invierte y las cosas tienden a ser más baratas cada día. En éste entorno “Gratis” significa subvención indirecta.

Ahora el lema es: “The best things in life are free”. “Lo mejor de la vida es gratis.”

Que ocurre cuando las cosas se vuelven gratuitas?

Recordemos la Ley de Moore que indica que la capacidad de los semiconductores se dobla cada dos años. Si lo formulamos de otra manera se puede decir que el coste de los semiconductores se reduce en un 50% cada dos años. Es decir el precio tiende a cero o casi cero. El bien pasa de ser escaso a ser abundante.

Que implica el hecho de que se pueda disponer de forma abundante de un bien que antes era escaso? Moore dijo ya hace años que deberíamos malgastar transistores. Los paradigmas tienen que cambiar y se debe malgastar aquello que no tiene coste a cambio de preservar aquello que si lo tiene.

Algunos ejemplos de productos cuyo coste está tendiendo a cero:

- Microchips

- Web Hosting y espacio de almacenamiento.

Veamos un ejemplo.

Antiguamente estábamos preocupados por el espacio de nuestros buzones de correo. Debíamos utilizar tiempo para limpiar el correo, seleccionar aquellos que queríamos guardar y archivar en otro sitio todo lo demás. En caso contrario excederíamos el tamaño de nuestra cuenta y dejaríamos de recibir correo (me suena…).

Hoy en día, debido a que el espacio de almacenamiento es casi gratuito ya no hace falta que dediquemos tiempo a gestionar nuestro correo. Simplemente lo guardamos todo en nuestra cuenta de Gmail o cuentas de otros proveedores que ofrecen espacio ilimitado (o casi). Desperdiciamos espacio de almacenamiento y ahorramos el que realmente es un recurso escaso y finito: nuestro tiempo.

- Ancho de banda: el precio cae un 50% cada 14 meses. No cuesta dinero extra llegar a todo el mundo en vez de una persona. El resultado es YouTube. El coste de emitir video es demasiado barato para medirlo y por lo tanto es ilimitado.

Otra lección que podemos aprender de YouTube es que la calidad del video no es relevante. La gente valora en función de lo que es relevante para ellos.

Muchos prefieren poder tener millones de videos a su alcance aunque la calidad sea mala que ver un número limitado de videos de alta calidad. Podemos también concluir que la calidad es un término relativo.

En YouTube podemos encontrar miles de videos que no sirven para nada. YouTube desperdicia ancho de banda a raudales. Esto es posible porque el coste del ancho de banda es virtualmente cero.

Todo ello nos lleva a un nuevo paradigma económico:

“En un mercado competitivo el precio cae hasta alcanzar su coste marginal” Es decir el coste que cuesta hacer una unidad adicional.

Por lo tanto las industrias que compiten en el sector digital acabarán teniendo que ser gratis. Es inevitable. Además, según Chris, a nivel estratégico deberíamos considerar como gratuito todo aquello cuyo coste unitario tiende a cero..

Freemium

Uno de los aspectos de la economía de lo gratuito que aparece en éste siglo es lo que Chris llama Freemium. Sólo algunos pagan por una versión completa. Se ofrece el 99% del servicio de forma gratuita y sólo un 1% paga. Éste 1% subvenciona al resto. Esto es posible porque el coste del 99% es casi despreciable.

Cuando un bien escaso se vuelve abundante salen a la luz nuevos factores que son escasos: tiempo, dinero, reputación…

Debemos redefinir nuestro negocio en función de aquello que realmente será escaso.

Veamos el caso de la industria discográfica. La música en formato digital acabará siendo gratis. El cantante Prince muy consciente de ello, regaló su último CD. El bien abundante era el CD de música que de todas formas todo el mundo se descargaría en cuanto saliera a la venta. A cambio obtuvo prestigio y reputación para vender su bien escaso: su tiempo en forma de entradas para el concierto que estaba promocionando.

Otra industria que ha redefinido su negocio es Ryanair. Han cambiado su modelo de negocio de vender butacas en un avión por otro donde venden todo lo que está de alguna forma relacionado con viajes o el rato que los pasajeros pasan en contacto con ellos: ingresan por publicidad, venden paquetes turísticos, estancias en hoteles, alquiler de coches y ahora están incluso pensando en montar un sistema de juego online a bordo.

Otro ejemplo claro para Chris es la industria de los juegos de video. Chris cree que los juegos estarán online y serán gratis. Se pagará por otros conceptos (como ahora en second life donde se paga por tener un terreno).

Finalmente, el último punto gira alrededor de la economía del regalo en la cual se obtiene un servicio gratuito a cambio de aportaciones no dinerarias (Wikipedia)

The Long Tail – Chris Anderson

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El economista camuflado – Tim Harford

Por babalum, 15-01-2008 12:34 pm

Aprovechando estas de vacaciones he terminado de leer “El economista camuflado” de Tim Harford.

Cuando lo compré esperaba una lectura amena y poco complicada que me fuera mostrando el ángulo “económico” de situaciones diarias en el que no solemos reparar,  precisamente por ser tan cotidianas.

El subtítulo del libro: “La economía de las pequeñas cosas” ayudó a crearme esa expectativa.

Los primeros capítulos no me decepcionaron ya que tratan de cosas tan cotidianas como el café que nos tomamos en el bar de la esquina o de las estrategias de fijación de precios en el supermercado. No obstante, el libro deriva rápidamente a temas mayores como la globalización, los distintos sistemas de sanidad, la teoría de juegos aplicada a las subastas de licencias de telecomunicaciones o el insólito desarrollo de la economía china.

No es que esos temas no sean importantes, simplemente esperaba algo distinto, más liviano y adecuado a unas vacaciones. Además al ser temas bastante complejos estos requieren un tratamiento de mayor rigor y profundidad de la que estaba dispuesto a emplear en estos momentos. En conclusión, me he quedado con 3-4 ideas y el resto me ha aportado poquito (que conste que ésta es una apreciación muy personal, seguro que a otros lectores les parecerá muy interesante el libro y el enfoque que le da el autor).

Resumo a continuación los puntos que me han parecido más destacables.

1. El poder de la escasez.

Es una de las ideas principales del libro que es introducida en el primer capítulo a través del ejemplo de nuestro café diario.

Quien paga tu café?

  • El coste que pagamos por un café es mucho mas alto que el coste de la materia prima -en realidad lo que pagamos es: distribución, envasado, coste del local, camareros, electricidad etc (… bueno, esto no es nuevo, pero son interesantes las consecuencias que se derivan de ello).
  • En los Starbucks el coste de la ubicación es enorme.
  • Hay informes que demuestran que la mayoría de cafeterías no ganan dinero por el alto coste de los locales en sitios privilegiados .
  • De hecho no puede ser de otro modo ya que si tuviesen mucho margen hubiesen estado dispuestos a pagar mucho mas por lograr el local mejor situado.
  • La escasez da el poder. Son los locales bien situados los que son escasos y se llevan la mayor parte de los beneficios que genera el café que te tomas, no las cafeterías o la industria del café.

En los capítulos finales el autor vuelve sobre el ejemplo explicando porque los cultivadores de café nunca serán ricos. No tienen control sobre ninguna fuente de escasez. Cultivar café no requiere ninguna habilidad especial, es relativamente sencillo y hay muchos países que estarían dispuestos a cultivarlos de subir el precio un poco. De hecho todos los intentos de crear cárteles para levantar los precios del café han fracasado hasta la fecha.

No hay escasez, no hay poder, no hay riqueza (…desmesurada).

2. Proporcionar oportunidades para el que está dispuesto a pagar más.

El segundo capítulo está dedicado a distintas estrategias de fijación de producto-precios: individualizadas, por grupos (estudiantes, jubilados, usuarios vecinos…), selección de productos para las zonas más visibles en los supermercados etc.

La que más me ha llamado la atención, porque he caído en la trampa más de una vez, es cobrar mucho más por unos extras, de lo que realmente valen. Esos extras pueden venir en forma de chocolate espolvoreado sobre tu café, unas patatas maxi, una etiqueta de comercio justo o de cultivo ecológico. Cuando compras estos productos el coste de la materia prima suele ser una proporción ínfima del precio que pagas por lo que casi todo el sobreprecio que pagas se convierte en beneficio.

Cuando se puso de moda el café de comercio justo se garantizaba un precio justo al productor de café. Era frecuente pagar 10 peniques más por éstos cafés pero dado la minúscula proporción que el grano de café significaba en el precio del café, el autor calcula que solo 1 penique llegaba al productor. Realmente este penique significaba un aumento considerable para el productor pero el resto desaparecía en algún otro lugar de la cadena de distribución.

La segunda lectura que se puede hacer es que los que compraban el producto de comercio justo estaban dispuestos a pagar al menos 10 peniques más por un café y sentirse diferentes (solidarios en éste caso).

Veamos otro ejemplo del libro donde la combinación producto-precio permite segmentar al consumidor respecto a lo que está dispuesto a pagar ya que las diferencias entre las opciones en ningún caso pueden justificarse en base a su coste real:

  • chocolate caliente : $2,20 (quiero algo sencillo y pagar lo justo)
  • capuchino : $2,55 (idem anterior)
  • café moca : $2,75 (lo básico no es para mí, soy especial y quiero/me gusta la mezcla de los dos ingredientes anteriores)
  • moca con chocolate blanco : $3,20 (soy sofisticado y no me conformo con el chocolate normal)
  • capuchino extra-grande : $3,40 (soy muy voraz, para mi lo más grande)

Supongamos que el coste imputable a la materia prima del capuchino sea del 10% y que el capuchino extra-grande contenga el doble de producto. El precio teóricamente justo sería de $2,81 mientras que el cliente insensible a los precios pagará casi $0,60 (~20%) más.

La cuestión es generar suficientes oportunidades para que el que está dispuesto a pagar más se autodescubra (personalmente creo que no todo vale a la hora de optimizar los beneficios y que trucos como los del mencionado “comercio justo” son claros engaños).

3. Hablar es gratis. Pon tu dinero donde pongas tus palabras.

En los siguientes capítulos se tocan temas como: la eficiencia de los mercados, los precios como transmisores de información, el tema de los impuestos o las externalidades negativas  como las que provocan las congestiones de tráfico en las grandes ciudades.

Me pareció especialmente curiosa la anécdota de como el gobierno de los Estados Unidos combatió la siguiente externalidad negativa.

Para reducir los efectos de la lluvia ácida el gobierno instó a las centrales eléctricas que redujeran sus emisiones de azufre.

Como es lógico, éstas exageraron enormemente los costes para cumplir con las reducciones. “Hablar es gratis”. Se llegaron incluso a barajar cifras de $1.500 por tonelada de azufre.

Entonces el gobierno diseño un ingenioso sistema para descubrir el coste real y obligó a las empresas a respaldar sus palabras con dinero “real”.

Se prohibió emitir azufre sin adquirir previamente una licencia para emitir un cupo determinado. Las empresas podían decidir comprar más licencias en subasta, reducir su producción, mejorar sus procesos para emitir menos azufre o comprar carbón de mejor calidad.

Mediante la subasta el gobierno obligó a las empresas a ser ellas mismas las que fijaran el coste de emitir menos azufre, pero ésta vez no había posibilidad de mentir. Hablar ya no era gratis. A los tres años de iniciar el programa el precio máximo que se alcanzaba por subasta era de tan solo $70 por tonelada de azufre, menos de un 5% de la cifra máxima que se llegó a indicar inicialmente.

El economista camuflado - Tim Harford

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