Confundidos por el azar (5)
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Dos Historias Alternativas
Como es sabido, una alternativa, o decisión, en cualquier aspecto de la vida, no puede juzgarse solamente por los resultados, sino por sus costes. No obstante, sólo parecen percatarse de esto los perdedores, pues los afortunados atribuyen su éxito a la calidad de su elección.En lo que sigue llamaremos historias alternativas a todas las diferentes alternativas de eventos que pueden ocurrir.
La Ruleta Rusa
Pudiéramos ilustrar el concepto de historias alternativas imaginando que un excéntrico nos ofrece $ 10 millones por jugar a la ruleta rusa. Si el revolver tiene capacidad para seis balas, cada disparo se contará como una historia (de seis posibles con la misma probabilidad) cinco de las cuales conducen a la riqueza y sólo una a la muerte. Ganar significa obtener la admiración de todos, pero, a qué costo. Consecuentemente, teniendo en cuenta las historias alternativas, $10 millones obtenidos mediante el juego no tienen el mismo valor que $10 millones obtenidos mediante el trabajo, pues su dependencia desigual de la aleatoriedad los distinguen cualitativamente. No obstante, durante mis 15 años en Wall Street, he visto que el público observa los aspectos externos de la riqueza sin vislumbrar la fuente (a esta fuente le llamamos el generador).
Una ruleta aún peor
La realidad es una ruleta aún peor. Al ofrecer muchas más posibles historias alternativas, después de varias pruebas la gente se olvida del peligro gracias a un falso sentimiento de seguridad, que nombraremos “problema del cisne negro”. Este problema está relacionado con otro denominado denigración de la historia, según el cual los jugadores, inversores, etc., creen que lo que sucede a otros no necesariamente tiene que sucederle a ellos.También, a diferencia de la ruleta rusa, donde el riesgo es claramente visible, nadie ve el cañón de la realidad, es decir, el generador es raramente visible, ocurriendo que se pierdan de vista los riesgos.
Buenas relaciones con los compañeros
La actuación de la aleatoriedad en la vida propia es por completo inobservable, de aquí que la resistencia a la aleatoriedad sea una idea abstracta, pues juzgar los acontecimientos con una óptica probabilística radica en considerar qué podría probablemente haber ocurrido. No obstante tampoco hay que exagerar y llegar al extremo de algunos agentes de bolsa que se vuelven inesperadamente introspectivos respecto a la aleatoriedad y llegan a ignorar completamente la que realmente ocurrió. Por ejemplo, durante una cena con un colega, tiramos una moneda para ver quién pagaría. Yo perdí y pagué, pero cuando iba a darme las gracias me dijo: “de acuerdo con tu libro dirías que desde el punto de vista probabilístico yo he pagado la mitad”.En 1980 Wall Street estaba lleno de negociantes sin formación estadística, que cayeron como moscas cuando los instrumentos financieros y los productos ganaron en complejidad, de modo que dudo que aún se mantengan allí muchos de los cientos de MBAs que conocí entonces.
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